Design Thinking Artículo

Diseñemos la educación

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Últimamente hemos visto emerger nuevas tendencias filosóficas y pedagógicas que reivindican el papel protagonista del que recibe la acción: el paciente, el usuario o el alumno se han convertido en el centro de la medicina, los servicios o la educación.

Es por eso que hablamos de aprendizaje, y se debería tratar el proceso médico como curación. Porque nadie aprende o nadie se cura si no quiere participar en ello. No es algo pasivo, sino todo lo contrario: alimentarse, cuidarse, cultivarse o aprender son acciones activas y quién las ejecuta o las recibe debe intervenir en el proceso. Así pues, siguiendo estas corrientes que hablan del diseño centrado en el usuario, tendríamos que explorar una educación centrada en el aprendiz. 

¿Por dónde empezamos? El primer paso será comprender al alumnado, así como concebir el aprendizaje y algunas metodologías y nuevas herramientas de trabajo como podría ser el diseño.

¿Qué es aprender?

Aprender es crear algo nuevo. Es establecer nuevas rutas neuronales. Es imaginar nuevas conexiones entre los contenidos que se adquieren: poder relacionar las matemáticas con la emergencia climática, o la biología y las artes con el cuidado de personas mayores. Crear algo nuevo implica seguir un proceso de pensamiento que facilite la definición de un reto a partir del conocimiento de un contexto y la resolución de este. En este sentido, el aprendizaje sigue un procedimiento que debe cubrir una fase de documentación y acercamiento a unos contenidos y otra que ayude al alumno o alumna a establecer un determinado reto que le permita entrenar la capacidad de crear vínculos entre sus conocimientos para encontrar nuevas soluciones. 

Durante mucho tiempo, la educación y la comunidad educativa que la sostiene no han trabajado en la definición de retos, si no que se los ha dado hecho al alumnado: pero tan importante es saber resolver un problema, como ser capaz de plantearlo. Consecuentemente, si no identificamos las dificultades correctamente, podemos acabar viviendo en una sociedad que cuenta con muchas respuestas, pero que no se ha hecho las preguntas adecuadas. Tanto es así, que por ejemplo, hace unos años en un coloquio sobre los transgénicos, se debatía sobre no añadir los carotenos al arroz con el objetivo de mejorar la alimentación de aquellas personas que solo tienen acceso únicamente a comer arroz. Alguien del público indicó que, en realidad, la pregunta correcta era previa a la del debate. El reto debería ser: “¿Cómo lo hacemos para que no haya una distribución económica tan desigual?” Ya que, el resultado de la brecha económica es que algunas personas solamente pueden comer arroz. Por lo tanto, este podría ser un buen ejemplo de reto mal enmarcado. 

¿Cómo podemos rediseñar  el aprendizaje centrado en el usuario en la práctica educativa?

El conocimiento científico es muy útil para las escuelas, ya que se desarrollan métodos de trabajo aplicables a muchas ramas del conocimiento, tanto en los planteamientos científicos como en la práctica educativa. Entonces, la pregunta es: ¿la educación puede encararse en un diseño parecido? La respuesta es sí, éste diseño es el pensamiento de diseño.

El método científico es una excelente manera para comprender y analizar  todo aquello que nos rodea. Es la base del conocimiento empírico. A la comunidad educativa, nos anima a plantearnos preguntas, idear hipótesis, diseñar experimentos, validar resultados y difundirlos. Por lo tanto, es un proceso que da un apoyo válido para descifrar la contemporaneidad de los fenómenos educativos, contextualizando así el pasado y presente. No obstante, ¿cómo podemos aprender a predecir los fenómenos educativos? ¿Cómo podemos aprender a dar respuestas innovadoras a problemas reales? ¿Cómo podemos preparar al alumnado para un futuro incierto? Enseñándoles a diseñar su propio recorrido académico y haciéndoles protagonistas. Siendo los educadores la herramienta de  diseño de su proceso de aprendizaje, diseñado sus procesos de pensamiento y creador de contenidos adaptados a las necesidades del momento actual.

Por último, es importante señalar el cruce del diseño y la ingeniería. Se ha analizado su método de trabajo para desarrollar lo que hoy en día se conoce como pensamiento de diseño. Un ejemplo de lo expuesto, es la consultora estadounidense IDEO. Ésta fue pionera al reflexionar sobre la importancia del diseño y al dar nombre a este proceso. Entender cómo se piensa desde la disciplina del diseño nos ayuda a ponernos en el lugar del alumnado, definir los retos de los fenómenos futuros, proponer diversidad de ideas, prototipar de modo económico para testearlas rápidamente e implementar innovaciones que encajen mejor con las necesidades de la comunidad educativa. Éste método de implementación fomenta la innovación educativa y pone el foco en la detección de problemas reales, evitando así teorías sin fundamentos. Así pues, este método, el pensamiento de diseño o design thinking, nos lleva a empatizar, definir retos, idear, prototipar y testear propuestas, estructurando el aprendizaje a modo de proyecto educativo.

La magia del aprendizaje por proyectos

Situémonos en la saga de Harry Potter, de la autora J. K. Rowling.  La vida de Harry se pone en peligro en la Escuela de Brujería Hogwarts durante su estancia. Cada curso, se le plantean nuevos retos que tiene que solucionar usando sus aprendizajes. Si ponemos atención, estos aprendizajes se desarrollan “peligrosamente” en el trabajo por proyectos. Por suerte, Harry tiene la habilidad de conectar todo lo que conoce para salir siempre airoso y aprobar con nota. En Harry Potter y la piedra filosofal, el joven mago aprende que, para luchar contra los animales mitológicos, hay que empatizar con ellos. Este es el consejo que le da su amigo y guardabosques, Rubeus Hagrid. A partir de conocer los intereses de Fluffy, un perro con tres cabezas, Harry y sus amigos pueden avanzar en la búsqueda de la piedra filosofal. Así pues, conocer el contexto y  los destinatarios a quienes tenemos que dirigir nuestro servicio, es clave. Nos ayuda a encajar una mejor solución al reto que se nos plantea. Al igual que, conectar todo lo que hemos aprendido, sin las limitaciones de las asignaturas, contribuye a ponernos a prueba. Nos entrena para el mundo real. Afortunadamente, para que los proyectos educativos sean significativos, no hace falta que acaben con lucha de varitas, pero sí que tienen que contar con un reto transversal al hecho educativo. Por este motivo, el estudio de una serpiente no es un proyecto. En cambio, el diseño de un terrario que se adapte mejor a sus necesidades sí que lo es.

Sin trucos, volviendo al aula

El ser empático, el definir los retos, el idear  y el testear soluciones no son solo aprendizajes para el alumnado de película. Paradójicamente, esta metodología puede motivar a aquellos que no dominan los contenidos teóricos y pone a prueba a aquellos que dominan los contenidos curriculares. Por ejemplo, en el proyecto: “La Mandarina de Newton’, hace muchos años que trabajamos para acercar estas metodologías al mundo educativo y las características singulares del alumnado.

En esta misma línea, la colaboración con mSchools en la conceptualización y dinamización de EduHack ha retroalimentado la mejora en la aplicación de estas metodologías.  Además, junto con el Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña, se ha organizado una EduHackathon en línea. En ambas iniciativas, el objetivo ha sido empoderar a los maestros y profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y postobligatoria. Y, de esta manera, crear recursos educativos propios siguiendo la metodología del pensamiento de diseño. Del mismo modo: ¿quién mejor que los docentes para interesarse por las necesidades e intereses del alumnado, definir retos e idear recursos adaptados a la realidad del territorio, con el fin de generar un repositorio vivo de material educativo?

Por otro lado, en el año 2018, junto con el Ayuntamiento de Barcelona y los museos públicos de la ciudad, lanzamos la propuesta “Natura i Ciutat”. En este caso, invitamos al alumnado a seguir la metodología del pensamiento de diseño para así mejorar algo en su comunidad. Utilizando el patrimonio, la ciudad y la naturaleza como base de las propuestas de mejoras. 

En un primer momento, teníamos el propósito de generar proyectos de Aprendizaje y Servicio (APS). Y, finalmente así se concretó con: la creación de una cooperativa de alimentos ecológicos fruto de la colaboración entre el Instituto Quatre Cantons de Poblenou y una cooperativa ya existente; o el ajardinado de un casal de abuelos para aumentar las zonas verdes, llevado a cabo por el alumnado de la ESO de la Escuela Sagrat Cor del Besòs. En ambos casos, el pensamiento de diseño ayudó al alumnado a conocer mejor su contexto, empatizar con varios colectivos, participar de sesiones de ideación, hacer un seguimiento de las dinámicas escogidas, prototipar soluciones e implementar mejoras en el barrio en concreto. En otras palabras, aprendieron a la misma vez que ofrecían un servicio a su comunidad.

Por último, si queremos que la educación nos permita generar nuevos vínculos entre los contenidos, las prácticas, las habilidades sociales, las técnicas colaborativas, el descubrimiento de necesidades reales del mundo contemporáneo y que esto contribuya a dar respuesta a estas carencias educativas. La clave es ofrecer un servicio adecuado a los retos educativos actuales. Del mismo modo, debemos replantear los contenidos de manera que el alumnado sea el protagonista y siga un proceso singular. Es importante lograr sintetizar lo aprendido en un proyecto y que se use el pensamiento de diseño para dar respuesta a las necesidades de su entorno. Tenemos que usar y compartir los procesos de diseño con el alumnado. El pensamiento de diseño puede ser muy útil tanto para el alumno que se encuentre inmerso en un proyecto real, como para el profesorado que quiere diseñar mejores actividades e, incluso, para los equipos directivos que aspiran a transformar la enseñanza. ¡Por eso, debemos diseñar la educación en conjunto!

Gamificación Artículo

¿Educados, gamificados y hackeados sin saberlo gracias a los videojuegos?

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¿Y si existiera una herramienta consumida masivamente con una alta capacidad para transformar la forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno, otorgándonos una serie de ventajas y capacidades claves para este momento de nuestra civilización?

Para responder a esa pregunta escribí el libro Homo Aliens. Videojuegos y Gamificación para el Próximo Hacking Cognitivo publicado por Héroes de Papel justo al inicio de la Epidemia de COVID19, lo que retrasó su salida en tiendas a Septiembre de 2020. En este libro profundizo en las claves de la relación de las distintas sociedades humanas con el juego, por qué el juego en cada etapa y en cada contexto ha tenido también sus peculiaridades o por qué en un momento específico de la Historia el juego fue casi eliminado de nuestras vidas en un proceso que denomino “gamicidio” o “ludocidio”. 

En Homo Alien también intento compartir ciertas ideas y también dudas, preguntas, que deberíamos hacernos para pensar y sentir el juego no sólo como un pasatiempo sino como el artefacto que cualquier ser vivo con un sistema nervioso central complejo (ciertos reptiles, aves y, por supuesto, mamíferos) necesita ineludiblemente si quiere que dicho sistema nervioso central se desarrolle a plenitud. Para nosotros que, como homo sapiens hemos desarrollado una cultura del aprendizaje muy compleja, el juego supone la herramienta principal para aprender y, quiero poner el énfasis en esa palabra “aprender” pues todos los juegos sirven para aprender, lo que no significa que todos los juegos se puedan utilizar para educar, es decir, para hacerlo bajo una perspectiva curricular de educación formal. Es por ello, que también expongo argumentos de por qué la gran mayoría de los Serious Games no “funcionan”, ni como juegos ni como herramientas educativas. 

Lo que sí parece estar sucediendo es que los juegos y, más concretamente en nuestra época digitalizada, los videojuegos nos ayudan a desarrollar ciertas habilidades o competencias, en inglés llamadas skills. Los juegos y, ahora los videojuegos, tienen efectos directos en nuestra forma de percibir e interactuar con el medio, estas capacidades son claves en un contexto histórico como el actual en donde debemos lidiar con la digitalización de casi cualquier proceso comunicativo y productivo, con una alta volatilidad e incertidumbre así como la necesidad de creatividad para diferenciarnos del trabajo automatizado y las inteligencias artificiales. Por supuesto esto no es algo “nuevo” pero sí son argumentos importantes que retomar después de un contexto en el que jugar era una actividad casi exclusiva para jóvenes o niños, actividades para desarrollar ciertas habilidades hasta llegar a la edad adulta y que, una vez en esa edad adulta y productiva, jugar era una pérdida de tiempo y, por tanto, de productividad, por eso llegamos al ya mencionado gamicidio. 

Hoy en día estamos enfrentándonos a retos que no existían en la era de la Industrialización, retos que motivan a la población adulta a permanecer en el aprendizaje continuo (Long Life Learning), en donde el trabajo no es sólo el lugar donde producir, sino también en el que investigar y aprender, en el que mejorar y aportar de una forma creativa. El trabajo ya no puede ser mecánico para los seres humanos, porque para eso ya están las máquinas y la digitalización, así que esas habilidades que no pueden desarrollar -al menos aún- esas máquinas, son las que más peso tienen en nuestra Sociedad del Conocimiento. 

El dilema de las Soft Skills

En The Global Achievement Gap el prof. Thomas Wagner decía que “los estudiantes no están aprendiendo las skills que van a ser más importantes para el siglo XXI”, entre otras cosas porque “nuestro sistema público de educación -currículos, métodos de enseñanza, y los tests de evaluación- fueron creados en un siglo diferente y para las necesidades de otra época. Están irremediablemente anticuados”. En su libro sigue mencionando que es positivo que la educación de las otras skills (las técnicas o hard) se haya democratizado hasta el punto en el que países del continente asiático y americano que no tenían acceso a dicha educación ahora sí la tienen, por lo que se convierten en un competidor industrial con mejores condiciones de partida tales como salarios más bajos y una regulación más laxa en cuanto a la protección del medio ambiente, entre otros. 

En un contexto profesional de constante innovación e incertidumbre, lo que llamamos Economía del Conocimiento y la Innovación y, por otro lado, compitiendo con perfiles capacitados técnicamente al mismo nivel desde países emergentes, la educación en los países desarrollados pide un cambio en el que las otras skills no técnicas juegan un papel fundamental. El propio Wagner las denomina “Survival Skills” y justifica su argumento indicando que “los padres y educadores que no presten atención a estas skills están poniendo a sus niños y niñas en riesgo creciente de no ser capaces de conservar un trabajo, crecer como aprendices o ser capaces de contribuir en sus comunidades”, la advertencia se extiende también a responsables políticos. Por lo general cuando hablamos de estas habilidades no técnicas, en realidad nos referimos a las aún muy desconocidas soft skills. Casi todos los autores y organizaciones coinciden en la necesidad de entrenar y evaluar soft skills tales como Pensamiento Crítico, Resolución de Problemas, Colaboración con Otros, Liderazgo, Agilidad y Capacidad de Adaptación, Iniciativa y Automotivación, etc. 

Lamentablemente saber que necesitas algo no es equivalente a tenerlo. Por poner un ejemplo, en un muestra obtenida por la consultora Gallup para la NWEA (conocida previamente como NorthWest Evaluation Association) más de ocho de cada 10 maestros (83 %), padres (82 %), superintendentes (82 %) y directores (83 %) dijeron que es igualmente importante evaluar tanto las habilidades académicas como las no académicas, tales como el trabajo en equipo, el pensamiento crítico y la creatividad, sin embargo el profesorado admitía que no tienen tiempo suficiente para entrenar esas habilidades, especialmente en aquellos niños y niñas con mayor dificultad y sólo el 40% indicaba que los tests de evaluación actuales sirven para medir estas skills y sólo el 10% admitía que se están midiendo correctamente algunas de ellas. 

Por lo tanto parece que nos enfrentamos a un problema triple en la Educación Formal en los países desarrollados:

  1. Tenemos una conciencia limitada del valor de las soft skills. 
  2. Sabemos más o menos cómo evaluarlas.
  3. Tenemos una muy vaga idea de cómo enseñarlas o entrenarlas.

Sobre la conciencia del valor de las soft skills puedo decir que es una conciencia limitada porque algunos expertos como el prof. Wagner y organizaciones como la OCDE, el WEF o la propia Comisión Europea han publicado informes poniendo el énfasis en las mismas, alertando de la necesidad de entrenarlas con carácter de urgencia, incluso indicando que un cada vez más alto porcentaje de aumentos de contratación dependen de estas skills. Y esta advertencia es limitada también porque no está permeando correctamente en los centros educativos formales a excepción de los centros de Formación Profesional (VET en inglés). En los centros de FP y específicamente en las aulas de emprendimiento de algunos de estos centros nosotros sí observamos un movimiento de fichas con las soft skills como protagonistas pero, insisto, es un movimiento docente, no político. 

En cuanto a cómo evaluarlas y enseñarlas, lo cierto es que hemos encontrado muy poca literatura al respecto y todo parece indicar que quienes ostentan métodos de evaluación y entrenamiento de soft skills lo hacen, primero, de una forma un tanto analógica y, segundo, de una forma muy intuitiva y excesivamente relacionada con el desempeño de una tarea específica en su entorno laboral. Destaco el libro de Bruce Tulgan titulado Bridging the Soft Skills Gap en el que aprovecha para hacer una descripción bastante somera de estas habilidades y explicar su forma peculiar de entrenarlas, esto es: Imitación de aquellos compañeros de trabajo que podrían tener dichas skills y someterse a una suerte de auto-tests de preguntas y respuestas para meditar sobre si nosotros mismos hemos llegado a adquirir dichas competencias, es decir, para evaluarnos. 

A todo lo anterior hay que añadir el hecho de que, aunque empieza a haber cierta concienciación sobre las soft skills y su necesidad tanto en contextos laborales como educativos. Tampoco tenemos un estándar mundial y mucho menos europeo que defina las propias competencias, cuáles son las mejores, por qué y por supuesto, en qué sectores o familias profesionales son más importantes. Este es un trabajo que algunas agencias europeas como el JRC y ESCO han iniciado pero, francamente, queda mucha labor que realizar aún. 

Consecuencias (reales) de jugar a videojuegos

A pesar de la popular noción, aunque generacional, que observa los videojuegos como una actividad no productiva o de pérdida de tiempo, no solo nuestras propias investigaciones sino otras varias han avanzado en averiguar sobre los efectos  provocados por la herramienta de ocio más popular hoy en día. A diferencia de la televisión o la radio, los videojuegos convierten al usuario en agentes activos, en donde la estimulación recibida y el contexto en pantalla demandan al jugador una serie de acciones tanto comportamentales como cognitivas. 

Gracias a las herramientas de medición actuales, se han podido averiguar distintos fenómenos relacionados con el uso de los videojuegos. Por una parte, la desmitificación de los mismos en cuanto a su relación con la adicción y la violencia. Al contrario de lo que los medios nos pueden hacer creer, no hay evidencia científica que relacione los videojuegos y el incremento de la violencia . Aunque, como siempre, debemos ser conscientes de que el videojuego es, como cualquier otro, un artefacto cultural que usado en  exceso puede producir efectos negativos, por lo que sí debemos seguir haciendo énfasis en el control y seguimiento de los hábitos gamer en los colectivos potencialmente vulnerables .

Por otra parte, contamos con una increíble cantidad de evidencias y pruebas que demuestran que el videojuego es un excelente activo en relación al cambio y la mejora cerebral. 

Para no extendernos mucho aquí, queríamos resumir dichas evidencias en 4 categorías:

1

Efectos cognitivos

Donde podemos encontrar, entre otros, mejoras en procesos como la solución de problemas, la atención, la percepción, las habilidades espaciales, memoria de trabajo y velocidad de razonamiento.

2

Efectos motivacionales

En relación al compromiso por parte del usuario para jugar, la motivación generalizada a cualquier actividad que involucre el uso de los juegos y la capacidad de atención derivada de la anterior.

3

Efectos emocionales

O de gestión emocional, en relación a la mejora de la gestión del estrés o de la frustración.

4

Efectos sociales

En donde, entre otros, se ha observado una mejora de las conductas prosociales, empatía, interacción, coordinación con el resto del equipo, comunicación.

Para terminar de añadir más argumentos al hecho de que los videojuegos tienen efectos neurocognitivos beneficiosos en quienes lo juegan, cabe mencionar que existe una línea más específica de investigación que se ha dedicado, durante la última década, a relacionar el uso de los videojuegos a la mejora de las soft skills citadas al inicio del artículo. Aunque algunas de estas habilidades ya se han mencionado en las categorías anteriores, se destaca la relación del uso de videojuegos y la mejora de la comunicación, la adaptabilidad o flexibilidad cognitiva, creatividad, resolución de problemas complejos y organización, liderazgo, etc.

Videojuegos en el aula, ¿tiene sentido?

Tal y como se puede observar, el videojuego ha resultado ser una herramienta de estimulación cognitiva en muchos sentidos. Esta relación no es en vano, puesto que también existe gran cantidad de tipos de videojuegos que se relacionan estrechamente con cada una de las áreas cognitivas que utilizamos normalmente. Así, la investigación ha podido ir desengranando la verdad detrás de la influencia de los videojuegos. Incluso, ciertas figuras educativas han aplicado el videojuego en clase, teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente y algunos estudios más que han evidenciado la mejora de la capacidad de aprendizaje gracias al uso de videojuegos.

Por ejemplo, los videojuegos se han utilizado en diversas instituciones educativas para apoyar el aprendizaje de asignaturas STEM, aprovechando el efecto Flow generado en los estudiantes o aumentando su motivación de cara al aprendizaje y mejorando la interacción en clase.

En concreto, para aterrizar más y escenificar el papel del videojuego en clase, se han aplicado a distintas materias como matemáticas, aprovechando el sistema algorítmico-numérico que subyace en el diseño y programación de cada videojuego, también para la asignatura de lengua aplicando sobre todo juegos con un alta carga narrativa. Además, también se han utilizado juegos para enseñar historia para fomentar el aprendizaje de mitología o eventos históricos, y desde luego, para las materias de ciencias, aunque todos los estudios destacan la importancia del profesor como agente moderador en clase.

Proyecto VERSA. Videojuegos y soft skills para doctorand@s. 

Con todo este bagaje bibliográfico y de proyectos de investigación previos, nuestra fundación, Gecon.es, comenzó en 2021 un proyecto internacional de innovación educativa. El proyecto, llamado VERSA (Video games for Skills training), financiado por la convocatoria Horizon 2020 Science with & for Society Call (SwafS-2020 Topic 8), tiene como objetivo potenciar las habilidades blandas relacionadas con el emprendimiento en estudiantes de doctorado de la red europea de universidades AURORA.

Para ello, diseñamos una estructura modular específica para cada soft skill, relacionada con el uso de un videojuego específico y todo esto apoyado por el uso de ciertos tests estándares para poder tener un procedimiento de medición externa. La hipótesis principal del proyecto es que, tal y como se ha expuesto anteriormente, el uso de los videojuegos será capaz de mejorar los niveles de las soft skills en el alumnado que participa del proyecto.

Con más de 80 estudiantes por módulo, todos los resultados apuntan a una relación significativa en la mejora de las cinco  primeras soft skills que ya se han entrenado (quedan aún otras tantas por iniciar), éstas son: Flexibilidad Cognitiva, Creatividad, Pensamiento Crítico y Gestión de Equipos. Por lo que, una vez más, las evidencias apuntan a que el videojuego puede suponer un apoyo muy valioso en los contextos educativos, no sólo de cara a la mejora de habilidades concretas sino también a la mejora del compromiso, la motivación y la participación por parte de los estudiantes en el desarrollo de dichas habilidades.

El siguiente paso, una vez el proyecto sea finalizado, será evolucionar el modelo para seguir aplicándolo en el contexto educativo e incluso ampliarlo al contexto laboral, entrando así en el terreno de la capacitación profesional en entornos laborales, lo que se denomina re-skilling. Gracias a este know-how cada vez somos más capaces de elaborar programas específicos para desarrollar soft skills claves en contextos educativos, formativos y profesionales lo cual nos permite, cada vez más, establecer puentes para cerrar la brecha competencial entre lo académico y lo laboral al especializar perfiles profesionales gracias, entre otros, al uso de los videojuegos y además, usando el poder motivador del contexto lúdico que el propio videojuego genera. 

Enlaces de referencia

Autores

Flavio Escribano

Flavio Escribano es doctor Cum Laude por la Universidad Complutense de Madrid. Es el autor del libro “Homo Alien. Videojuegos y Gamificación para el próximo Hacking Cognitivo” (Héroes de Papel, 2020). Trabaja como Responsable del Equipo de Investigación en GECON.es Foundation donde lleva a cabo proyectos con Videojuegos y Gamificación. Es Co-fundador del colectivo ARSGAMES, colectivo dedicado al Game Art y los Games Studies. Además de ponente y profesor en diversos másters, congresos, workshops y seminarios relacionados con el género, los videojuegos y el arte ha colaborado con empresas y organizaciones como la Comisión Europea, DIAGEO, Sony Computer Entertainment Europe, AMAZE (Berlín), MediaLab-Prado, Intermediae-Matadero, Zemos98, Universidad Europea de Madrid, Universidad Complutense, Universidad Internacional de Andalucía y otras instituciones tanto nacionales como internacionales en labores de investigación y difusión.
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Sergio Alloza

Sergio Alloza es psicólogo por la Universidad de Barcelona, experto en el funcionamiento del cerebro con experiencia en psicología del videojuego. Especialmente en cómo los videojuegos mejoran nuestras soft skills mientras lo pasamos bien jugando. Desde GECON.es Foundation, como investigador, jugador y diseñador de juegos, trabaja con el objetivo de expandir el concepto del videojuego como herramienta jugable desde una perspectiva psicológica.
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Alfabetización Mediática Artículo

Educar para el pensamiento crítico en las redes

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¿Cuántas horas pasa la juventud con una pantalla? ¿Qué hacen? Si formulamos estas dos preguntas a alguna persona con hijos adolescentes, seguro que nos podrá responder con garantías la primera. Dirá que mucho tiempo y quizás nos aporte una cifra concreta de horas. Pero, ¿y la segunda? Esta ya es más complicada.

¿Sabemos qué hacen nuestros adolescentes con el móvil o la tablet? ¿Qué influencers siguen? ¿Qué mensajes les llegan a sus redes sociales? La educación mediática o media literacy consiste en acompañarlos y educarlos para que tengan pensamiento crítico en el uso de todo tipo de medios, además de un comportamiento ético y responsable en estas plataformas. Y esto quiere decir no dejarlos solos y dar ejemplo.

 

Una de las cuestiones claves hoy de la educación mediática es, sin duda, la educación del pensamiento crítico en el consumo y producción de información. Desde una visión adultocéntrica, cometemos el error de pensar que los jóvenes no se informan porque no leen prensa escrita o no consumen noticias a través de los medios llamados «tradicionales». Pero si los interrogamos sobre cuestiones claves de la actualidad, la mayoría de adolescentes nos saben responder. Están informados, pero acceden a la información de forma diferente.

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El Digital News Report de 2021, un estudio de referencia, concluye que 6 de cada 10 jóvenes se informan en las redes sociales y 4 de cada 10 lo hacen a través de la televisión. Es también la fotografía que nos encontramos en nuestros talleres sobre desinformación y verificación digital; unos talleres de Learn to Check  que, en los últimos cuatro años, han formado más de 3000 personas, la mayoría jóvenes. Y ¿por qué se informan por redes sociales? Quizás es una evolución natural; pero también hay que considerar otros factores como por ejemplo el modelo de información de las familias o la desconfianza que tienen los adolescentes hacia los medios de comunicación. El 47% de los jóvenes de entre 18 y 24 años cree que hay una cobertura periodística injusta de su generación, según el Digital News Report de 2021.

Los jóvenes se informan a través de las redes. Y esto no es un lastre; es una realidad que tenemos que acompañar. Con las formaciones de Learn to Check, procuramos formarlos para que sean conscientes que en las redes sociales, junto con información contrastada, contextualizada y de calidad, también hay información falsa, no valiosa o maliciosa. Tenemos que aprender a gestionar este volumen de información y verificarla, si es necesario. Y tenemos que aprender también a identificar sesgos de género, demográficos, de raza y otros. Porque la tecnología no es en absoluto neutral.

Tenemos que enseñar a nuestra juventud que informarse es importante, porque impacta en sus vidas. Y que la desinformación nos perjudica a todos. Los docentes, los educadores, las familias, los periodistas y todos los profesionales y personas implicadas tenemos que formarnos nosotros y formarlos a ellos para que aprendan a evaluar las fuentes, a filtrar la información, a identificar evidencias, a identificar la propaganda y el discurso de odio, a leer y mirar con atención y espíritu crítico y a conocer las herramientas y los recursos que les pueden ser útiles. Hoy educar en el pensamiento crítico es más esencial que nunca.

 

Educación Emocional Artículo

Con quien aprendemos en el mundo digital

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  1. Nuevas oportunidades para aprender y nuevas fracturas digitales

Vivimos en el momento de la historia que es más fácil aprender casi cualquier cosa: hacer una receta de cocina, tocar un instrumento musical, hablar un idioma… En buena parte es gracias a la tecnología que nos ayuda a acceder a informaciones diversas (en múltiples lenguas, lenguajes y plataformas), construir conocimiento y compartirlo con el resto del mundo. Y no aprendemos solos. Las tecnologías sociales están cada vez más presentes en nuestra sociedad. Nos ofrecen nuevas posibilidades en cuanto a la manera de vivir el aprendizaje, la comunicación y la cultura.

Cada avance tecnológico que tenemos a nuestro alcance nos ofrece nuevas oportunidades a la vez que genera una nueva cultura a su alrededor. Las aplicaciones, los programas informáticos y su creciente accesibilidad hacen posible lo que hace un tiempo era el sueño de muchos educadores: facilitar la personalización de los aprendizajes y desarrollarlos a la vez de forma social y en red. También los colectivos con dificultades físicas o intelectuales tienen ahora más oportunidades para conectarse y aprender juntos.

La educación digital implica desarrollar las competencias para poder escoger desde el conocimiento, cómo queremos vivir la cultura y ejercer la ciudadanía digital. Sin embargo, existentres brechas que contrarrestar, sobre todo en los grupos sociales más vulnerables: la de acceso (tener al alcance algún dispositivo: móvil, tableta, ordenador…), la de competencias para el uso(saber utilizar aplicaciones y gestionar contenidos) y la de propósito de uso (con finalidad, soberanía y ética) del mundo digital. Normalmente nos fijamos más en la primera porque es la más visible, pero abordarla por sí sola no garantiza nuestro derecho a una buena educación digital.

 

  1. Aprendemos con la educación digital

La educación digital, también en formato híbrido presencial-virtual, se lleva a cabo en buena parte en las escuelas y en los institutos para ayudar al alumnado a desarrollarse en la sociedad actual. Esta sociedad no es en la que crecimos los adultos. Hoy en día tenemos un nuevo ecosistema comunicativo, relacional y cognitivo. Pero no se trata de escoger entre los libros y las pantallas, ahora podemos educar para sacar lo mejor de los libros, de las pantallas y de la nueva cultura resultante de su interacción. El docente tiene que conocer y estar familiarizado con estos medios y la mejor forma para hacerlo es utilizándolos para compartir experiencias, recursos y proyectos para aprender.

Ante la posibilidad de acceder a la información casi en todo momento desde cualquier lugar, tenemos que desarrollar nuestra capacidad crítica para convertirnos en ciudadanos activos y responsables, no solo en consumidores de la información y otros productos. Es necesario trabajar el trato de la información y la competencia comunicativa para entender y hacer explícitos los intereses ideológicos, políticos y económicos que están implícitos en los mensajes que emitimos y recibimos. Al mismo tiempo, tenemos que conocer cómo gestionar la privacidad (saber qué compartimos); la seguridad (para evitar y afrontar situaciones de riesgo); y ser críticos con la información, conociendo sus valores culturales y consumistas.

El alumnado tiene que ser capaz de aprender a pensar en el contexto actual y actuar en consecuencia. El medio digital es muy rico, pero es necesaria la educación  para encarar elementos tan diversos como las fake news, el ciberacoso, la identidad digital, los discursos de odio, las emociones en las redes sociales, la sostenibilidad, la soberanía de los datos, los sesgos de los algoritmos… Y sabemos que este entorno será cada vez más complejo con el desarrollo de la computación cuántica, el blockchain, la inteligencia artificial, la robótica, la biotecnología, los metaversos o determinados mecanismos de control social en plataformas inmersas en la economía de la atención y de vigilancia.

Muchos jóvenes han sido protagonistas de la educación digital enseñando a sus familiares cómo usar herramientas comunicativas como las videollamadas Durante la pandemia de la covid hemos podido ver cómo las herramientas digitales han servido para mantener vínculos y acompañar emocionalmente ante situaciones de incertidumbre, ansiedad y dolor. Muchos menores han visto a sus madres y padres trabajar y los progenitores han visto a sus hijos e hijas aprender de una manera diferente: mediante aprendizaje activo, nuevas interfaces, portafolios digitales, metodologías colaborativas, entornos virtuales… La educación remota de emergencia no se ha dado en un escenario ni mucho menos ideal, pero parece claro que, a partir de ahora, tendremos que convivir con un sistema híbrido.

  1. Aprendemos en el entorno familiar

Consumir contenidos no es sinónimo de conocer y aprovechar de manera competente las herramientas que tenemos a nuestra disposición. De hecho, tenemos que ayudar a las familias a educarse intergeneracionalmente, unos a otros, con naturalidad y conocimiento. Los usos, los hábitos y los valores dentro delentorno familiar, que normalmente es el lugar donde pasamos más horas, son clave. Cada vez es más necesaria una visión global centrada en el proceso de educación y acompañamiento, y no tanto focalizada en un dispositivo o una edad concreta. También hay que tener presente la dificultad de conciliar horarios, ya que es imposible anticipar todo y  hay que aprender a  hacer frente a los imprevistos que nos encontraremos en el día a día. Es clave educar en temas vinculados a la conectividad  y aprender a desconectarnos cuando conviene en una sociedad cada vez más digitalizada.

Ante este escenario donde todo está conectado, el principal reto que tenemos encima de la mesa es la alfabetización digital crítica de las familias. Este no es fácil de abordar ya que el entorno digital cambia constantemente y porque, a pesar de que hay buenas iniciativas, no hay consenso de quién las tiene que liderar o quién las tiene que llevar a cabo. La alfabetización digital de las familias es muy importante al menos por tres motivos: para empoderar a las familias ante los nuevos medios digitales, para que ayuden a los jóvenes a construir criterios desde el conocimiento y para  demandar a empresas e instituciones que favorezcan los  usos éticos, informados y transparentes.

 

Las familias son diversas. Algunas entienden su responsabilidad  y se preocupan por informarse sobre estas cuestiones. Hacen un seguimiento periódico de los contenidos consultados o las actividades realizadas en internet. Buscan espacios, actividades y tiempos alternativos libres de tecnología, respetando las comidas y las horas de sueño. Otras se van a otro extremo,  gestionando los deberes escolares de los hijos sin darse cuenta que los pueden estar sobreprotegiendo. Algunas familias piden fórmulas milagrosas para que esta gestión no les lleve mucho trabajo. Algunos progenitores optan por la prohibición por miedo a los peligros. Otros, por inhibición, prefieren no mirar. Es aún más complicado generar espacios de desconexión y conexión focalizada consciente, cuando hay familias desestructuradas y los criterios de uso de las tecnologías no están consensuados.

Ni prohibir, ni permitirlo todo, la opción correcta, como siempre, es educar. ¿Cómo lo podemos hacer? Compartiendo experiencias entre mayores y menores para desarrollar criterio. Acompañarlos para evitar que sean huérfanos digitales que si bien saben utilizar las herramientas no comprenden las implicaciones que comportan. Construir una dieta digital saludable con normas pensadas , para poder ser pactadas y revisadas regularmente. Trabajar desde pequeños la autonomía y la responsabilidad con el acceso a internet, las redes sociales, las tabletas táctiles o los móviles. Si hace falta, con la ayuda de  herramientas que nos puedan ayudar como filtros y control parental, aunque el mejor seguimiento siempre será el que puedan ejercer las personas.

  1. Aprendemos con nuestros iguales

La humanidad está más conectada que nunca. Digitalizamos muchas de nuestras actividades cotidianas como comunicarnos, leer, escribir, viajar, jugar, aprender… En concreto, muchos jóvenes usan el entorno digital para buscar novedades, desarrollar su creatividad, vivir emocionalmente, implicarse socialmente, experimentar y construir su identidad… Así pues, es normal, y más en tiempo de pandemia, que quieran usar internet para socializar con personas de su edad.

Pueden aprovechar que la sociedad está cada vez más articulada en red para aprender los unos de los otros. Pueden conocer personas que los ayudarán a integrar nuevas oportunidades formativas, al igual que los adultos que articulan redes de intereses donde colaboran para construir conocimiento. Tienen que conocer no solo como estar presentes en estos espacios virtuales sino como configurarlos para generar escenarios de aprendizaje significativo.¿Cómo saber dónde están y qué están haciendo? Más que controlar (cosa que sería imposible) la mejor manera es hablar, ser cercanos y aplicar los elementos que sean posibles de la siguiente fórmula (ver cuadro). Si trabajamos con  estos elementos, que de hecho, son bien poco tecnológicos, es más probable que tengamos éxito. Pero es cierto que no hay ninguna garantía, porque para educar no existen fórmulas mágicas.

  1. Aprendemos junto a toda la sociedad

Cuando surgen dificultades con los jóvenes, es fácil buscar las causas en factores externos: internet, el móvil o las redes sociales… pero a veces los malos usos de estas herramientas, son síntomas de que algo más allá no va bien. A menudo hay correlaciones, como que los que están más solos las usan más, cuando el aumento de uso es justamente por la soledad que están experimentando .. Pero también tenemos que saber que las tecnologías no son neutras como se suele decir,  sino que su propio diseño está hecho para influenciar en procesos, la manera de pensarlos y cómo nos sentimos. Por eso, debemos educarnos en ese entorno e involucrar activamente a todos los agentes sociales implicados.

Los educadores siempre decimos que “educa la tribu” cuando queremos poner en valor la importancia que tenemos todas las personas, y enfatizar que educamos todos los actores de la sociedad, no solo los agentes específicamente educativos. Esto incluye los medios de comunicación, las empresas privadas y las instituciones públicas. Todo el mundo tiene responsabilidad a la hora de tejer un nuevo consenso social que repiense cómo queremos que sea nuestra relación con las tecnologías y así definir cómo queremos que sea en nuestro universo digital.

Para recorrer este camino, con la socióloga Liliana Arroyo hemos desarrollado el Manifiesto por una nueva cultura digital https://manifestoculturadigital.wordpress.com/ . Queremos que sea de ayuda para tomar conciencia de cómo los continuos adelantos tecnológicos nos afectan en ámbitos tan dispares como la política, la salud o la economía. Estos cambios suponen una gran oportunidad para diseñar una nueva cultura digital que permita desarrollar una sociedad mejor. Para ello, necesitamos reflexionar, compartir y conectar personas y entidades que nos permitan actuar desde un posicionamiento ético, pensante e informado.

Autor

Jordi Jubany i Vila

Docente y Antropólogo. Formador y asesor en competencia, cultura y ciudadanía digital. Autor de “Hiperconectados? Educarnos en un mundo digital” (Lectio, 2018) y “Aprendizaje Social y Personalizado” (Universitat Oberta de Catalunya, 2012). Colabora con instituciones, universidades y medios de comunicación de distintos países. Coautor del Manifiesto por una Nueva Cultura Digital.
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Design Thinking Artículo

EDhack, el Design Thinking en un entorno educativo vibrante y memorable

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El origen del término Hackatón proviene de las comunidades de hackers y programadoras, refiriéndose a los encuentros que se organizan para desarrollar aplicaciones y nuevas soluciones a problemas o retos. El término integra dos conceptos: en primer lugar “maratón”, no vas a ganar, vas a disfrutar, mejorar, superar un reto. En segundo lugar “hacker”, es decir, persona que desafía el status quo, inconformista, creadora, resolutiva, comprometida y aprendiz permanente. Si tenemos presentes estos dos elementos, la adaptación de una hackatón al sector educativo nos permite maximizar la experiencia y los resultados, creando un entorno de emoción y vibración idóneo para el aprendizaje. Si utilizamos el Design thinking en este entorno motivador, incorporamos una metodología idónea para conseguir que el alumnado genere nuevas ideas a través de un proceso creativo, a la vez que le permite superar el miedo a cometer errores y apreciar todas las contribuciones, las propias y las de su grupo de trabajo, en la creación de soluciones y prototipos.

Nuestra propuesta es el proyecto EDhack, impulsado por la Fundació Bofill, que incorpora una metodología y valores inspirados en la cultura hacker y el Design Thinking, conectando así con las renovaciones educativas que estamos viviendo. Esto es, aprender haciendo, aprovechar las pasiones y curiosidad, enfoque comunitario o la aceptación del error como fuente de aprendizajes significativos. Los ingredientes fundamentales que forman parte del Edhack son tiempo limitado en fases de creación, decisiones rápidas que buscan la eficiencia, riesgo sin miedo al error, aprendizaje constante para poder seguir mejorando las soluciones y libertad creativa. Los participantes (EDhackers), lo deciden todo, en un entorno de horizontalidad de igual a igual, de modo que no existe ninguna barrera puesto que lo que se valora es la pasión y compromiso para trabajar por equipos y en abierto. Experimentan, ya que el prototipado de soluciones permite pensar con las manos. Todo ello en un ambiente donde se fomenta la pasión y el trabajo en equipo para sumar, colaborando, aprendiendo y construyendo a partir de empatizar con el beneficiario del reto. 

¡Y podemos afirmar que funciona! 

Se han celebrado ediciones  en el barrio del Raval de Barcelona, en Girona, en Tàrrega y en Reus, dónde usuarios muy jóvenes han trabajado incansablemente durante dos días con niveles de energía y emoción espectaculares y resultados muy satisfactorios. El Edhack también ha inspirado algunos proyectos   en centros educativos pensados y articulados en entornos hackers donde el Design Thinking invita al alumnado a prototipar ideas que dan respuesta a retos reales de su entorno. Algunos ejemplos de estos proyectos son Jo puc canviar-ho, en Mataró, con la fundación GEM y la Fundació Iluro, en que alumnos de 4º ESO pasan de la queja a la propuesta construyendo proyectos de mejora de la ciudad. El IES Monturiol, de Figueres, ha desarrollado las propuestas educativas Icària, a través del Museu de l’Empordà, y el IES de alta complejidad Cendrassos ha construido el proyecto Pligoniga, una propuesta que involucra a todas la líneas de 1º de ESO a dar soluciones a retos vinculados con los  Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). ¿Arrancamos? El Edhack, con su propuesta inspirada en el Design Thinking ofrece a los educadores una metodología que acelera los aprendizajes competenciales y ayuda a tangibilizar la innovación real en el aula.

Autor

Pep Marés

Licenciado en Historia por la Universidad de Girona y Máster en gestión y comunicación Cultural por la Universidad de Barcelona, Pep tiene más de 15 años de experiencia en la gestión cultural. Su trayectoria profesional transcurre entre la empresa privada y la gestión cultural, participando en proyectos de retorno social corporativo, patrocinio y desarrollo de proyectos de estrategia de innovación y posicionamiento de entidades culturales.
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Alfabetización Mediática Artículo

Instituto Josep Puig i Cadafalch: «Nuestros alumnos no eran conscientes de los peligros que esconde la desinformación»

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En el instituto Josep Puig i Cadafalch tenemos muy claro que somos una comunidad que educa. El aprendizaje de nuestros alumnos es muy importante para nosotros pero creemos firmemente que tiene que ir acompañado de buenos modelos de comportamiento, mucha autonomía y sentido de la responsabilidad. En esta línea, uno de los objetivos principales de nuestro instituto es favorecer que el alumnado sea más competente en tecnología digital, y que aprendan a relacionarse de manera saludable con los dispositivos y todas las aplicaciones que los rodean.

Este es un aprendizaje totalmente transversal que, junto con nuestros socios internacionales de la plataforma Erasmus +, hemos querido reforzar mediante un proyecto a largo plazo llamado “Digital Media Awareness”. Este proyecto, cuya lengua vehicular es el inglés da a los alumnos un espacio donde aprender e investigar sobre temas de actualidad relacionados con las TIC. Este espacio les permite compartir con sus compañeros internacionales inquietudes y problemas propios de su edad y abordar temas tan importantes como la desinformación, la huella digital, la identidad digital y el discurso del odio y ciberbullying. En este contexto, se ha desarrollado el proyecto de Fake News con alumnos de 4.º de ESO (secundaria), que han elaborado e implementado talleres y dinámicas para desarrollar durante la visita de sus compañeros internacionales, así como para trabajar en las aulas con los alumnos más pequeños del centro.

Al iniciar el taller de Fake News se hizo una encuesta a todo el alumnado de la escuela y de todas las escuelas internacionales participantes, y se constató que tenían poco conocimiento y consciencia sobre los peligros que esconde la desinformación, la falta de análisis y revisión de la información a la que tenemos acceso y de qué podemos hacer para detectar a tiempo los contenidos falsos.

Una vez acabado el proyecto, la misma encuesta constató que los alumnos de 4.ºde ESO eran mucho más conscientes del problema y de cómo tenían que actuar. Fue muy gratificante ver cómo el trabajo que habían hecho había incidido en su comportamiento y uso de fuentes de información. El resto de alumnos encuestados mostró un cambio sustancial respecto a su conocimiento sobre este fenómeno y sobre cómo se percibían a sí mismos como agentes involucrados en la lucha contra la desinformación.

Somos muy conscientes que hay que seguir trabajando y elaborando materiales que puedan utilizarse en las aulas. Por ello, la amplia posibilidad de uso de estos talleres tendrá continuidad en nuestro centro: se utilizarán para seguir formando las nuevas generaciones que llegan a 1.ºde ESO, y se mantendrán disponibles como banco de recursos para que otros profesores internacionales de la plataforma Erasmus+  puedan usarlos en sus clases.

El resultado de este proyecto ha sido exitoso y estamos muy satisfechos. Hemos conseguido generar conciencia en nuestro alumnado, y obtenido recursos para formar y educar mejor a más alumnos.

Autora

Lorena Anido

Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Barcelona y con estudios de posgrado en Técnicas y gestión Empresarial y un Máster en Administración y Gestión de Negocios (Executive MBA) también por la Universidad de Barcelona. Actualmente coordinadora de proyectos internacionales y profesora de inglés en el Institut Josep Puig i Cadafalch.
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Educación Emocional Artículo

El tiempo frente a las pantallas en la era del coronavirus

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Michael Robb, director de Investigación de Common Sense Media explica las razones científicas que hay detrás de las nuevas reglas de uso de pantallas. 

Familias y cuidadores deben repensar la exposición que niños y niñas tienen a las pantallas, sobre todo a partir de la pandemia. 

Calidad, más allá de la cantidad. 

Esa es la cuestión.

¿Qué podemos hacer desde la escuela?

Conversar con los chicos y las chicas sobre sus prácticas digitales, ayudarles a desnaturalizarlas y problematizarlas.

En este artículo de Common Sense Media, una organización sin fines de lucro, encontrarás pautas para abordar este debate.

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Educación Híbrida Artículo

El aprendizaje en tiempo de coronavirus: reflexiones de Manel Trenchs

Distance learning
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La irrupción del virus COVID-19 hace ya más de dos años ha generado un estrés muy intenso en torno al aprendizaje en casa y en línea. De repente, profesores y profesoras de todas partes nos vimos inmersos en un escenario desconocido: ¿cómo continuar con nuestra práctica docente sin poder ir a la escuela? Yo, como docente, puedo deciros que estuve y estoy tranquilo. Y algunos pensarán, ¿cómo es posible?

Pues bien, estoy tranquilo porque la tecnología nos ha permitido continuar con nuestra docencia ininterrumpidamente. Mis alumnos tenían y tienen todo el material y actividades en la nube y, por tanto, pueden acceder a ellos desde cualquier lugar y en cualquier momento. Además, yo también puedo acceder y contactar con ellos de una forma muy fácil y llevar toda la gestión de las actividades.

¿Qué debíamos hablar? Tampoco había ningún problema. Lo hicimos vía Google Hangouts, la herramienta que ya habíamos utilizado durante el curso para hablar con gente de Japón, Perú o, incluso, alguna vez con algún alumno enfermo que no podía venir a la escuela.

También me tranquiliza el hecho de que todas estas herramientas que nos pueden ser útiles para poder realizar tareas online y trabajar desde la nube ya las conocen y, por tanto, los alumnos tienen una competencia digital básica para poder gestionar todo ello. Mis alumnos y yo, en ese momento de crisis y ahora, no necesitamos correr a buscar recursos: ya los teníamos.

Las competencias digitales son hábitos. Y como todos los hábitos, requieren su tiempo. Es importante y mucho más eficaz aplicar el “despacito”, y crear unos buenos hábitos desde principio de curso, que pretender que, de repente, todos seamos unos expertos porque nos lo pide la urgencia del momento.

Manel Trenchs,

Professor d’Història de l’Art, Escola Pia de Mataró (Barcelona)

 

Son muchos los recursos que utilizamos y que todavía utilizamos para gestionar las actividades de clase.

¿Que debo hacer una lista para preparar trabajos para la clase? La comparto vía Google Classroom, facilito el permiso de edición a los alumnos y ellos se apuntan. ¿Que es necesario compartir un documento y trabajar en grupo? Los propios alumnos hacen un doc con permiso de edición entre ellos.

¿Que hay que ver un vídeo y responder a unas preguntas? Empleamos EDpuzzle, que nos sirve para gestionar las respuestas, sistematizar las entregas e incorporar toda la información importante para el profesor.

¿Que debemos hacer actividades de repaso de contenidos? Pues utilizamos Socrative, Kahoot Challenge…

¿Que es necesario compartir un documento en la nube o cualquier otra cosa? Pues vía Drive, por ejemplo.

En resumen, no hicimos nada que no hubiéramos hecho durante el curso. La única diferencia es que yo no estaba presencialmente en clase. Esto, sin embargo, también se nota. Quiero decir que no es la situación ideal, claro, que no hay nada como el contacto cara a cara con los alumnos. Pero tampoco es necesario vernos todos los días. Hay algunas clases que, a toda costa, los mismos alumnos quieren hacer por Hangout cuanto antes para poder vernos, aunque sea por la pantalla del ordenador o del móvil.

Como profesor, pues, estaba y estoy tranquilo. Durante la pandemia, muchos colegas me escribieron contándome que, en medio de esta crisis, se sentían desbordados, con gran sensación de pérdida de control. Los he ayudado y sigo haciéndolo tanto como puedo. Pero me sabe mal decirles que si no han incorporado las herramientas digitales con tiempo, y como un hábito, difícilmente podrán implementarlas ahora, de repente.

En definitiva, las competencias digitales son hábitos. Y como todos los hábitos, requieren su tiempo. Es importante y mucho más eficaz aplicar el “despacito”, y crear unos buenos hábitos desde principio de curso, que pretender que, de repente, todos seamos unos expertos porque nos lo pide la urgencia del momento.

Autor

Manel Trenchs

Profesor de Historia del Arte en la Escola Pia de Mataró. Google Innovator y Trainer y miembro del GE3 (Google Earth Education Experts), Google Local Guide Level 9. Adobe Creative Educator Level 1&2. Interesado en repensar el aprendizaje, el uso de las TIC y todos aquellos aspectos educativos que sirven para ayudar a mejorar la educación de los alumnos del siglo XXI.
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