Educación Emocional
Entrevista
Eva Bach: «Sin salud emocional no hay salud, bienestar ni rendimiento»
Eva Bach es una de las pioneras en la introducción de la educación emocional en los ámbitos educativo y familiar en Cataluña y en algunas otras comunidades autónomas del Estado Español.
Maestra, formadora de formadores y escritora, es especialista en desarrollo personal, inteligencia emocional, comunicación y relaciones interpersonales.
Desde mSchools conversamos con Eva sobre la importancia de la educación socioemocional:
La importancia de la educación socioemocional
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Eva, ¿de dónde venimos en educación?
Eva Bach Cobacho
Venimos de una educación que ha priorizado, y todavía prioriza, la razón por encima de la emoción; el saber y el conocimiento por encima del sentir y la sensibilidad. Fomentamos el logro y los hitos o motivaciones externas y desatendemos las necesidades, los sentimientos y el bienestar interno. Es un error grande y grave porque los títulos colgados en las paredes no sirven de mucho cuando la adversidad nos toca la puerta, o cuando tenemos un batacazo colectivo como con la actual pandemia, o cuando sufrimos crisis personales o conflictos de relación. Las neurociencias han demostrado que tener un Coeficiente Intelectual (IQ)alto, una mente privilegiada o una trayectoria académica brillante no garantiza “el éxito” en la vida, entendiendo por éxito una vida vivida con sentido, con equilibrio y bienestar personal y social. Y al revés, que no tener unos buenos resultados académicos no determina que seamos infelices o que no nos hayamos en la vida.
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¿Y dónde estamos ahora?
Eva Bach Cobacho
Por más que las evidencias científicas nos muestren que es tan importante aprender a pensar y a razonar adecuadamente como aprender a sentir inteligentemente, a menudo seguimos educando como si no lo supiéramos. Nos faltan conocimientos y conciencia de lo que en realidad representan las emociones y sobre cómo abordarlas, muchas veces tampoco se tiene la suficiente madurez emocional. El miedo al autoconocimiento, sumado a una carencia de sensibilidad y/o de autorresponsabilidad al respecto, nos impiden hacer la apuesta que hace falta para la educación emocional. Cuando a pesar de todo somos capaces de hacerla, a menudo nos fallan los “cómos” “por qués” no disponemos de los procedimientos y recursos adecuados. Nos hace falta información, sensibilización y formación, no solo en un sentido profesional y psicopedagógico, también es indispensable un crecimiento emocional personal.
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Según tus conocimientos y tu experiencia, ¿Por qué es necesaria la educación socioemocional?
Eva Bach Cobacho
Hay evidencias suficientes de que la educación emocional favorece el desarrollo integral, la salud psíquica y física, el autoconocimiento, la autoestima, la empatía, la mejora de la vida personal y las relaciones con las otras personas. También ayuda a prevenir la violencia y las conductas de riesgo, promueve el bienestar personal y social, contribuye a la creación de climas o ambientes de grupo más positivos y cohesionados y, mucha atención, mejora el aprendizaje y el rendimiento académico. Esto pasa en todas las etapas vitales y educativas o grupos etarios.
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¿Qué condiciones se necesitan para lograrla?
Eva Bach Cobacho
Lógicamente, hay unos requisitos básicos para que estos resultados se produzcan y se mantengan, como por ejemplo la continuidad en el tiempo de las iniciativas y programas y su evaluación, la formación del profesorado y de los agentes educativos encargados de su implementación, también la implicación y apoyo desde todos los ámbitos, el familiar y lo socio comunitario especialmente, además del escolar. Tiene que involucrarse toda la comunidad educativa, incidiendo ena equipos directivos, administraciones educativas y sobre todo las familias. También es central la metodología empleada en la elaboración de los programas y actividades.
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¿Qué pasa si no involucramos las emociones en la educación?
Eva Bach Cobacho
La educación emocional es indispensable porque sin salud emocional no hay salud, bienestar ni rendimiento. Una persona emocionalmente bloqueada está emocionalmente anulada, como dice el médico español Mario Alonso. Hay evidencias de que el máximo rendimiento se da con un nivel de activación emocional medio. Si no hay emociones, no hay motivación ni rendimiento. Si hay exceso de emociones, si la persona está sobrepasada por las emociones, tampoco hay rendimiento. Los trabajos del profesor de psicología Mihály Csíkszentmihályi mostraron que el mejor rendimiento se logra en los denominados estados de flujo. Son estados en los que se hace un esfuerzo pero no se lo vive como tal porque las emociones están en armonía, en su medida justa, acompañando y reforzando sin estorbar.
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¿Cuáles son las competencias socioemocionales básicas del profesorado para convertirse en un educador emocionalmente competente?
Eva Bach Cobacho
La competencia socioemocional del profesorado, igual que la de las familias, no puede ser opcional. Es algo inexcusable por responsabilidad moral y social, ya que la primera clave de la madurez emocional de los niños y niñas y de los chicos y chicas es la madurez emocional de sus personas adultas de referencia.
Tengamos presente que hacemos educación emocional siempre, aunque no la hagamos formalmente o intencionadamente. En la educación hay transmisión emocional siempre, ya sea explícita o implícita, sana o insana. Esto es porque hay dos tipos de educación emocional: la curricular, que se hace en horarios establecidos y con programas formales, y la relacional, que se hace a toda hora sin necesidad de programas, por contacto, por ósmosis. El mejor programa de educación emocional del mundo puede fallar por incompetencia socioemocional de quien lo aplica.
Las competencias socioemocionales básicas del profesorado gravitan alrededor de los tres grandes ejes de la competencia emocional, solo que, en su caso, llevando su aplicación al aula:
- Dimensión intrapersonal: sentirse bien consigo mismo/a, con las emociones propias y la manera de sentir. Aplicado en el aula supone, entre otros, saber identificar, expresar, contener y/o transformar adecuadamente sus emociones o estados emocionales, de tal manera que evite proyectarlos o transferirlos sobre el grupo de alumnos.
- Dimensión interpersonal: disponer de unas buenas habilidades relacionales y de comunicación, sentirse bien con las otras personas y que las otras personas se sientan bien con nosotros. Aplicado en el aula supone, entre otros: practicar una comunicación educativa emocionalmente resonante, empatizar y tener cura de la autoestima del alumnado, sintonizar emocionalmente con el grupo, mantener el propio centro, saber ver e impulsar talentos y potencialidades individuales y grupales, y saber identificar, expresar, contener y transformar emociones y estados emocionales grupales. O al menos, no agravarlos con los propios.
- Dimensión éticosocial o ecosocial: dejar una impronta emocional positiva en nuestro paso, contribuir a la salud y sostenibilidad emocional global a través de nuestra tarea, acción y presencia en el mundo. Aplicado en el aula supone, entre otros, que lo que somos como personas sostenga, refuerce y oriente a buen puerto lo que hacemos como profesionales, así como la capacidad de contagiar emociones agradables en el contexto educativo en general y de crear climas educativos positivos, motivadores, potenciadores y generativos.
Tengamos presente que hacemos educación emocional siempre, aunque no la hagamos formalmente o intencionadamente. En la educación hay transmisión emocional siempre, ya sea explícita o implícita, sana o insana. Esto es porque hay dos tipos de educación emocional: la curricular, que se hace en horarios establecidos y con programas formales, y la relacional, que se hace a toda hora sin necesidad de programas, por contacto, por ósmosis. El mejor programa de educación emocional del mundo puede fallar por incompetencia socioemocional de quien lo aplica.
Las competencias socioemocionales básicas del profesorado gravitan alrededor de los tres grandes ejes de la competencia emocional, solo que, en su caso, llevando su aplicación al aula:
- Dimensión intrapersonal: sentirse bien consigo mismo/a, con las emociones propias y la manera de sentir. Aplicado en el aula supone, entre otros, saber identificar, expresar, contener y/o transformar adecuadamente sus emociones o estados emocionales, de tal manera que evite proyectarlos o transferirlos sobre el grupo de alumnos.
- Dimensión interpersonal: disponer de unas buenas habilidades relacionales y de comunicación, sentirse bien con las otras personas y que las otras personas se sientan bien con nosotros. Aplicado en el aula supone, entre otros: practicar una comunicación educativa emocionalmente resonante, empatizar y tener cura de la autoestima del alumnado, sintonizar emocionalmente con el grupo, mantener el propio centro, saber ver e impulsar talentos y potencialidades individuales y grupales, y saber identificar, expresar, contener y transformar emociones y estados emocionales grupales. O al menos, no agravarlos con los propios.
- Dimensión éticosocial o ecosocial: dejar una impronta emocional positiva en nuestro paso, contribuir a la salud y sostenibilidad emocional global a través de nuestra tarea, acción y presencia en el mundo. Aplicado en el aula supone, entre otros, que lo que somos como personas sostenga, refuerce y oriente a buen puerto lo que hacemos como profesionales, así como la capacidad de contagiar emociones agradables en el contexto educativo en general y de crear climas educativos positivos, motivadores, potenciadores y generativos.
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¿Cuáles son las competencias o conceptos fundamentales para una educación socioemocional?
Eva Bach Cobacho
Estos ejes incluyen competencias como por ejemplo las siguientes: autoconocimiento, autoconciencia y autorregulación emocional y conductual, autoestima, empatía, asertividad, vinculación afectiva, resiliencia, automotivación, trabajo en equipo, gestión constructiva de conflictos, mirada apreciativa y posibilista, comunicación afectiva y efectiva, gratitud, paz interior, etc. Estas competencias son la base del bienestar docente y cabe atender cuatro grandes ámbitos para su desarrollo: Afectividad saludable; Crecimiento emocional; Pensamiento complejo; y el Optimismo vital y pedagógico
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Para acabar Eva, Jaume Funes, en el prólogo del libro coescrito con Montse Jiménez, ‘Madres y padres influencers’ (Ed. Grijalbo, 2019), plantea la pregunta de ¿cómo tenemos que seguir educando inmersos en nuevas realidades, ya que queramos o no, educamos adolescentes digitales que conviven a la vez en dimensiones virtuales y presenciales?.
Eva Bach Cobacho
Tenemos que hacer un esfuerzo de readaptación constante a un mundo cambiante y complejo como el nuestro, escuchar más a las y los jóvenes y no solo enseñarles sino dejarnos enseñar también por ellos y ellas a veces.
Focalizamos la innovación y la motivación en el currículum, y hay una cosa esencial que continúa sin ser mirada y atendida cómo corresponde: la Vida, en mayúsculas, lo que pasa dentro de las personas y entre las personas, lo que nos mueve en el vivir cotidiano y en las interacciones con los otros y el mundo.
Disponer de inteligencia emocional y de habilidades sociales son dos de los grandes requisitos del éxito laboral actual y de un futuro cada vez más robotizado. Nos tenemos que plantear cómo hacerlo para desarrollar también nosotros, no solo los chicos y chicas, este tipo de competencias globales transversales que nos mejoran como profesionales y como personas. Y esto pasará seguramente por redefinir los entornos de aprendizaje. Cambiar esto puede querer decir romper con ciertas rigideces de la cultura escolar todavía presentes en algunos ámbitos. Si no, la brecha entre las cuatro paredes del aula y la realidad exterior será cada vez más grande.
En referencia a educar adolescentes digitales, que conviven en dimensiones virtuales y presenciales a la vez, hablamos de la necesidad de educar en valores híbridos, que surgen de trascender y fusionar dualidades que han sido claramente disociadas, cuando no contrapuestas. Es la era de las simbiosis entre conceptos, entes, actitudes y capacidades que ya no pueden funcionar solas. Presencial y virtual, neuroeducación, razón y emoción, homo sapiens y homo sentiens, información-biología-sociedad con tecnología, escuela y empresa, personas y robots, inteligencia humana y algoritmos, realidad aumentada y realidad física… Dice el filósofo francés Edgar Morin que tenemos que sustituir el pensamiento que aísla y separa por el pensamiento que distingue y conecta.
Focalizamos la innovación y la motivación en el currículum, y hay una cosa esencial que continúa sin ser mirada y atendida cómo corresponde: la Vida, en mayúsculas, lo que pasa dentro de las personas y entre las personas, lo que nos mueve en el vivir cotidiano y en las interacciones con los otros y el mundo.
Disponer de inteligencia emocional y de habilidades sociales son dos de los grandes requisitos del éxito laboral actual y de un futuro cada vez más robotizado. Nos tenemos que plantear cómo hacerlo para desarrollar también nosotros, no solo los chicos y chicas, este tipo de competencias globales transversales que nos mejoran como profesionales y como personas. Y esto pasará seguramente por redefinir los entornos de aprendizaje. Cambiar esto puede querer decir romper con ciertas rigideces de la cultura escolar todavía presentes en algunos ámbitos. Si no, la brecha entre las cuatro paredes del aula y la realidad exterior será cada vez más grande.
En referencia a educar adolescentes digitales, que conviven en dimensiones virtuales y presenciales a la vez, hablamos de la necesidad de educar en valores híbridos, que surgen de trascender y fusionar dualidades que han sido claramente disociadas, cuando no contrapuestas. Es la era de las simbiosis entre conceptos, entes, actitudes y capacidades que ya no pueden funcionar solas. Presencial y virtual, neuroeducación, razón y emoción, homo sapiens y homo sentiens, información-biología-sociedad con tecnología, escuela y empresa, personas y robots, inteligencia humana y algoritmos, realidad aumentada y realidad física… Dice el filósofo francés Edgar Morin que tenemos que sustituir el pensamiento que aísla y separa por el pensamiento que distingue y conecta.