Sesgos cognitivos: ¿por qué caemos en la desinformación?
En la sociedad digital actual, alumnos y alumnas tienen acceso a grandes cantidades de información, a cualquier hora y a sólo un clic de distancia. Sin embargo, no toda la información a la que están expuestos es veraz o confiable.
A partir de este diagnóstico, surge el desafío y la necesidad de potenciar el pensamiento crítico en el aula, para que los jóvenes sean capaces de analizar, reflexionar y filtrar los contenidos que consumen, reduciendo así su vulnerabilidad a la manipulación externa y potenciando una de las habilidades cognitivas más importantes para su desarrollo personal y profesional.
Cuando hablamos de consumo y difusión de información y desinformación, es importante profundizar en el reconocimiento y el análisis de los sesgos, comprender sus fundamentos para que los y las estudiantes aprendan a identificar, clasificar y analizar el contenido y, al mismo tiempo, tomar conciencia de los suyos propios.
Tanto en el consumo como en la difusión de desinformación, ocupamos un rol central, voluntaria o involuntariamente, como usuarios de redes sociales e internet. Como ciudadanos/as digitales. Con las plataformas pasamos de ser consumidores a prosumidores.
Al leer, buscar o consumir un contenido, operan en nuestra percepción los sesgos cognitivos: una manera de ver el mundo con la cual filtramos toda la información a la que nos enfrentamos y afecta a todas las personas en los distintos ámbitos de la vida.
En este sentido, a la hora de trabajar sobre la desinformación es importante profundizar en distintos tipos de sesgos cognitivos que influyen en nuestro vínculo con la información que consumimos y difundimos.
Los sesgos cumplen un rol principal a la hora de entender la complejidad de la problemática de la desinformación, ya que conforman distintos obstáculos para poder acceder a la información de manera reflexiva y crítica.
La producción de desinformación se vale hábilmente de estos sesgos, que operan con mayor profundidad en sociedades polarizadas que buscan constantemente confirmar sus creencias y valores previos.
La información verídica y las noticias o contenidos que desmienten campañas de desinformación tienen un alcance mucho menor que los contenidos falsos, manipulados, tergiversados o descontextualizados, ya que es menos atractiva al no operar en línea con los sesgos.
Por todo esto, desarrollar habilidades críticas de consumo y responsabilidad en la difusión, son ejes centrales no solo a la hora de hablar de desinformación, sino también para formar una ciudadanía digital más comprometida con su tiempo histórico.
Aquí te dejamos algunos enlaces que pueden serte útiles para trabajar esta temática en el aula: